Actividades de los hombres y las mujeres

Los hombres se van por la mañana al río a pescar con atarraya. Ese es el deber de los hombres: se dedican a la caza, al trabajo de agricultura en la selva y en las purinas, en las que siembran plátano, cacao, café, arroz, maíz, lulo y otras especies; se dedican al corte y quema del bosque, además de la construcción de sus casas, canoas y herramientas de trabajo. La pesca y la recolección son tareas compartidas con las mujeres.

Según Enma Cerda, las mujeres tienen a su cargo las tareas de la casa, como el cuidado de los hijos, el aseo del hogar, el cuidado de la chacra, donde se da el cultivo de yuca para la chicha, plátano, maíz y jardines de plantas medicinales. La cerámica es tarea exclusiva de las mujeres; ellas son también responsables de preparar la chicha y los alimentos. El cuidado de los hijos lo hacen las mujeres y los padres, pero debido al trabajo de los hombres, este es un rol que lo realizan más las madres. Los hijos acompañan a sus madres en las actividades diarias.

En la comunidad Añangu, la principal fuente de trabajo de las familias se encuentra en el área del turismo. Desde el año 2004, el hotel Napo Wildlife Center ha sido el lugar de trabajo de los hombres de la comunidad. Ellos trabajan en diferentes áreas de servicio, administrativas y operativas. Las mujeres de la comunidad también se han asociado para realizar otras tareas además de aquellas que son tradicionales. Es así que la comunidad dispone de un Comité de Artesanías de Mujeres, cuyo fin es fortalecer la actividad artesanal para comerciar sus productos a los turistas.

También disponen de una Directiva de Mujeres, la que lleva adelante procesos de capacitación para mejorar la calidad de sus artesanías, crear y fortificar sus habilidades artesanales, y emprender proyectos productivos que les permita formar parte de la actividad económica de la comunidad. Desde el año 2010, las mujeres se han organizado en dos grupos que trabajan durante tres o cuatro días, cada uno en el Centro de interpretación. En este lugar se recibe a turistas de todas las partes del mundo que desean conocer algo de la cultura que tradicionalmente ha pertenecido a los kichwas de la Amazonía.

Carmela Andy es parte del Kury Muyu (semilla de oro), que es el Centro de interpretación. Ella, que forma parte de la organización femenina, cuenta: “Ya estamos como un año y medio trabajando. Como nuestros hombres están trabajando allá (en el Napo Wildlife Center), entonces nosotras también podemos y por eso hemos decidido trabajar aquí. [...] Como kichwa, me siento orgullosa porque estamos siguiendo lo que nuestros abuelos hacían antes, cómo vivían ellos; me siento contenta porque estamos siguiendo esa cultura, y para que nuestros hijos también sigan con esa cultura. Sí ha cambiado, pero nosotros tenemos que enseñar a nuestros hijos que también sigan después de nosotros con esa cultura”.